viernes, 24 de octubre de 2014

2.3 - Mi querida víctima. Un enemigo llamado pensamiento



  "No, no me maltrata, eso no va conmigo, no puede ser...", se dice la víctima mientras su pensamiento trabaja incansable proporcionándole  imágenes, trozos de película, de "su" película, su vida, en las que el protagonista es el d. Imágenes, reproducciones que alimentan su pensamiento. En esas "películas" aparece el d. en su faceta más cariñosa, más elocuente y convincente. Y cómo si el d. fuera "su Dios", sigue pensando que la culpa la tiene ella (la víctima, porque el depredador puede ser el o ella, no lo olvidemos). Y le siguen viniendo imágenes, en las que el d. le dice que está equivocada...y más imágenes.

   Y es que el trabajo del depredador sobre la víctima ha sido un trabajo de años, de años ignorando completamente los sentimientos y emociones de ella. Pero ella recuerda aquel tiempo en el que él le hizo ver que su amor era sobrenatural, puro, como no hay otro en el mundo. Y que se comporta así precisamente porque la quiere.

-Si ignora sus sentimientos sobre todo cuando estos son de tristeza es porque cree que es lo mejor para "que se le pase".
-Si bromea en público con ella es por "agradar a los amigos o familiares", para que se rían, para que lo pasen bien y si se da por aludida es su problema: no es nada graciosa, ni ocurrente, ni...
-Pero si se comporta de forma elocuente y graciosa haciendo un gran esfuerzo porque está convencida de que tiene que cambiar, él la frena, bien haciendo alguna broma, bien criticando lo que acaba de decir porque no es adecuado, etc. Aún con todo el tacto y saber estar del que ella hace gala siempre.
-También ve llorar al d. de una forma desgarradora, cuando ella ya ha tomado la determinación de dejarle (esto ya es un paso enorme) y se acuerda cuando él la amenazaba con abandonarla porque ya no sentía lo mismo que antes (aunque no la dejaba nunca), entonces se impregna aun más si cabe todo su ser de él "¡no puedo hacerle eso!, ¡es mucho sufrimiento!...y lo siente igual que él, siente con más fuerza el sentimiento del abandono que el suyo propio...

   La víctima está inmersa en una espiral de dolor del que no puede salir. Una amargura de la que se cree responsable, un caos total. Ideas, pensamientos que van y vienen, está agotada. Y nadie acierta a decirle lo que más necesita, nadie parece entenderla. Ella necesita interpretar lo que está viviendo, pero sola no puede porque ha perdido las herramientas para hacerlo.

  

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