viernes, 17 de octubre de 2014

2.1- ¿Por qué me tratas así si yo te quiero? (Una de las innumerables formas de manifestarse el d.)

-¡Qué guapa eres! comenta Carlos sonriendo después de mirar embelesado a  Elena, su compañera de carrera.
-No me mires así, contesta Elena con su sonrisilla nerviosa y su tez blanca sonrojada. Estaba algo violenta, pero contenta por sentirse una chica atractiva a los ojos de él.
-Le pareces a mi hermana, seguía diciendo. La hermana de Carlos era una chica muy guapa. 

La novia de Carlos, María, estaba junto a ellos. Una vez solos, Carlos la mira con cara de enfado al comprobar que se había maquillado un poco los ojos, muy poco, una leve línea en los párpados inferiores, muy sutil.

-¡No pareces tú, me produce rechazo y no puedo mirarte!. A él no le gustaba que se maquillara.

En otra ocasión que María se dió algo más de color en los párpados, le dijo que parecía un payaso y a ella le dolió profundamente. Pero lo que más temía era cuando le preguntaba una y otra vez si había besado a algún chico antes que a él. Le respondía que no, porque sentía que si le decía la verdad podría "decepcionarle". María se sentía mal, mal por mentir y mal por haber tenido aquel beso con dieciséis años.
Cuando pasaron los años, él cambió de actitud, no soportaba la idea de que María envejeciera y siempre pendiente de su físico, ahora quería que fuera impecablemente arreglada en todo momento.

Y era solo el principio...
Se conocieron con diecisiete años. Él era muy hablador y seductor, le hizo sentir los primeros meses, la persona mas amada del mundo
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Le había dicho varias veces que no sabía si la quería porque ya no sentía aquella "locura" tan excitante que sintió al principio de la relación y que por supuesto la culpa la tenía ella, porque no le demostraba su amor. Y ella se lo creía. Cada vez que él le decía aquello, sentía vértigo, vértigo en el alma. No sabía qué hacer para demostrarle su amor. Cada vez que él le decía o simplemente insinuaba aquello, más sumisa era María. Ella se ahogaba pero no podía vivir sin él, Carlos fue su primer novio y tampoco tuvo un buen referente familiar pues ella vivió su infancia en un centro de menores sin el espejo de una familia estructurada.
María no tuvo el coraje de dejarlo, habría salido de dudas porque aun con todo lo que le decía, él no la dejó nunca.


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María sufría mucho con sus bromas, sobre todo en público y creía que no sabía relacionarse. ¡Se lo había dicho tantas veces él! La desquiciaba cuando le pedía explicaciones sobre alguna grosería de las suyas y lo negaba: "¡Yo no he dicho eso, no te enteras de nada!", pero ella nunca perdía el control y se afanaba en buscar las palabras exactas, tanto para reproducir lo que había dicho como para expresar y justificar su malestar por la ofensa, pero era inútil. Ese insinuar, ese decir sin decir y la pasividad de los observadores le hacía pensar que era un bicho muy raro difícil de entender.
Cuando estaban con amigos Carlos era el que animaba, el que sacaba los temas de conversación, el que hacía reír, el que cantaba... A muchas personas les encantaba estar con él. Tenía más amigas que amigos, a las que escuchaba, animaba...las hacía sentir más felices y mientras tanto María no sabía como evitar ser el blanco de sus bromas. Si estaban cenando evitaba hasta pedirle que le pasara el frasco de la sal, para evitar alguna grosería: "¿Habéis visto cómo lleva el cabello María?, ¡qué susto cuando la he mirado esta mañana...!" y a continuación la explosión de risas de los presentes y la cara de satisfacción de Carlos por cumplir su objetivo: hacer reír a los demás. Cuando ella le decía que sintió vergüenza porque con ello había querido decir que llevaba el peinado feo, su actitud oscilaba entre la indiferencia y el reproche porque "no sabes relacionarte, entiendes mal lo que oyes..."


Si hubiera entendido entonces por qué él era así, si hubiera sabido que vivían dos realidades distintas, él bajo la realidad del "poder sobre ella" y ella creía que vivían en la misma realidad, en la realidad de la cooperación, la igualdad, el crecimiento conjunto, la empatía...Hoy ya sabe que, ante la expresión "eso me ofende" no hay debate.

Aunque no lo pueda parecer, él no podía vivir sin ella. Entendía que era de su propiedad y que todo estaba justificado porque era "su mujer"





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